Señor Presidente:
Costa Rica lo felicita por su elección al frente de la septuagésima quinta Asamblea General de las Naciones Unidas. Reiteramos el compromiso de trabajar con usted y el Secretario General y con todos los Estados miembros para concretar los objetivos de esta sesión, que tiene hoy el carácter de apremiante en lo que puede ser el punto de giro para toda la humanidad y para el destino del planeta Tierra.
La Pandemia del COVID-19 ha llevado dolor, muerte y desempleo de una u otra forma a toda la familia de la humanidad.
Y por poderosa que es la pandemia del COVID-19, que ha ocasionado serios estragos sanitarios, económicos y sociales, de desarrollo y de seguridad; el virus parece ser solo una alerta temprana.
Es una alerta temprana de lo que debe enfrentar la humanidad en lo inmediato y en las próximas décadas. Aún estamos al inicio de este camino que como planeta debemos recorrer juntos y debemos superar.
La solidaridad y el multilateralismo cobran hoy un mayor sentido. El altruismo y los valores supremos deben orientarnos, no solo porque son los correctos, sino porque hoy tanto el interés altruista como el egoísta se unen en el entendimiento de que no habrá bienestar individual o nacional, si no hay bienestar compartido y mundial.
Esto es real, para el combatir el COVID-19, para atender las migraciones, para luchar contra el tráfico ilegal de personas, de armas o de drogas, para luchar contra la pobreza y por el desarrollo, por la seguridad humana, por los derechos de las mujeres, y contra la amenaza de la crisis climática. Debemos lograr que hasta los más egoístas lo comprendan, y trabajemos todos en equipo.
Piel, esperanza, raíces, ternura, cena, silencio, pan, casa, palabras… las palabras del poeta Debravo con que nos definió en nuestros anhelos comunes y básicos.
Pero no quiero en esta intervención, en un espacio tan privilegiado, que sea la retórica la que permita llamar su atención. Deseo que ese trabajo lo hagan las propuestas concretas que Costa Rica con otros socios elevan al seno de esta Asamblea y para las cuales rogamos consideración, trabajo y respaldo.
Desde el inicio Costa Rica ha insistido en que la salud es un bien público global y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) está llamada a liderar la respuesta multilateral a la pandemia. El 29 de mayo pasado, Costa Rica, la OMS y 40 Estados más lanzamos una plataforma de intercambio de información, conocimiento y propiedad intelectual para que las pruebas, tratamientos y tecnologías contra el COVID-19 sean accesibles para todos, en todo lugar.
Para Costa Rica es fundamental que las vacunas lleguen —en primer lugar— a las personas más vulnerables como las personas mayores, personas con factores de riesgo, a las mujeres y niñas, a los pueblos indígenas y personas afrodescendientes, a las personas privadas de libertad y, por supuesto, a los trabajadores de la salud y personal que se encuentra en la primera línea de respuesta a través del mundo.
La participación en la plataforma de intercambio propuesta es de carácter voluntario, por lo que invito a más Estados a unirse a ella. De nuestra parte, hemos sumado a la plataforma el tratamiento de plasma equino desarrollado por el Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica. Un novedoso desarrollo de plasma antiviral que permite combatir el virus en las etapas tempranas de su desarrollo y busca evitar que la persona llegue a requerir una unidad de cuidado intensivo.
Una segunda propuesta que Costa Rica impulsa es el Fondo contra la Economía del Covid-19 o FACE, por sus siglas en inglés. FACE sería un fondo de apoyo extraordinario de medio trillón de dólares, financiado con el 0,7% del Producto Interno Bruto (PIB) de las economías más grandes y fuertes del mundo, —aquellas que representan el 80% del PIB mundial—, para ser intermediados por uno o varios bancos multilaterales de desarrollo, como préstamos concesionales a los países en desarrollo. Los fondos serían prestados a largo plazo y a tasas fijas.
Esta cifra es modesta si se compara con los montos que las economías de altos ingresos han puesto a su disposición para enfrentar las consecuencias internas del COVID-19, ya sea incrementando los flujos monetarios, los déficits fiscales, el apoyo a sus empresas o sus empleos o su propia deuda pública.
Este monto representa el equivalente a más de un 3% del promedio del PIB de las economías emergentes y pobres, como la nuestra. Actuar de esta manera decisiva, innovadora y organizada es nuestra única opción para evitar la desestabilización económica de nuestros países y del sistema financiero global. Actuar de manera decisiva, innovadora y organizada es la ruta para no dejar a nadie atrás.
FACE sirve para la protección de cada país y sirve a la protección de la comunidad global.
Señoras y señores de la comunidad global, si algo hemos aprendido de esta pandemia es que no podemos hablar de seguridad sin considerar la seguridad humana.
No obstante, el gasto militar mundial sigue creciendo y alcanzó la absurda suma de 1.9 billones de dólares en el 2019, según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, SIPRI.
El crecimiento del gasto militar en el 2019 fue el mayor incremento anual de la última década y el nivel más alto desde el fin de la Guerra Fría. La Oficina Internacional de la Paz calcula que con el costo de un tanque de guerra se podría tratar a 26.000 personas contra la malaria y que, con el costo de un portaaviones, se podría reforestar un área más grande que el Estado de la Florida en los Estados Unidos. Esto también es equivalente al tamaño de Suiza, los Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica juntos.
Si al menos una fracción de todos estos recursos se utilizaran para combatir la pandemia, así como la crisis climática, nuestra generación podría decir orgullosa que supo redefinir sus prioridades cuando las circunstancias así lo requirieron.
Prioridades que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, —que a su vez son los mayores productores de armas del mundo—, deberían ayudar a redirigir a la luz del Artículo 26 de la Carta. El Consejo de Seguridad a su vez debería variar su nombre, y adoptar el de Consejo de Seguridad Humana.
Nuestros recursos y nuestras prioridades deben confluir en la concreción del programa de desarrollo humano más ambicioso y completo jamás concebido: la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible. Dichos objetivos son hoy más que nunca pertinentes. Nos proporcionan un modelo para superar la crisis y nos preparan para enfrentar las futuras. Las sociedades más justas, equitativas y sostenibles son más resilientes ante las desigualdades que esta terrible pandemia ha revelado y ampliado.
Priorizar hoy significa: menos armamento, más recursos para el desarrollo. Más recursos para lucha contra la pandemia, más recursos para contrarrestar la crisis climática, más recursos para los ODS. Y menos militarización y muerte. Esa es la verdadera seguridad humana de los pueblos.
La reforma de nuestra arquitectura de seguridad colectiva no puede posponerse más. Esto significa que el principal órgano encargado del mantenimiento de la paz y la seguridad internacional tiene que ser más democrático, representativo, responsable y transparente.
Un Consejo que examine las causas profundas de los conflictos y no solo sus síntomas. Un Consejo de Seguridad Humana que genere los incentivos para trasladar los recursos humanos y económicos del mundo hacia el desarrollo y la paz y no hacia la industria bélica. Un Consejo capaz de superar sus profundas divisiones internas para trabajar unido y con una sola voz.
Costa Rica respalda el código de conducta relativo a la actuación del Consejo de Seguridad en los casos de genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra y que se convoque a la Asamblea General para examinar la cuestión cada vez que se emita un veto en el Consejo de Seguridad.
La impunidad no es aceptable. Un renovado compromiso con el multilateralismo exige garantizar que los responsables de violaciones y abusos flagrantes contra los derechos humanos rindan cuentas por sus actos.
Costa Rica reitera su firme compromiso con los principios y valores consagrados en el Estatuto de Roma y apela a su ratificación universal, así como con preservar la integridad e independencia de la Corte Penal Internacional, necesitada por supuesto de importantes cambios, frente a cualquier sanción unilateral a su institucionalidad o a sus funcionarios, por constituir dichos actos una afrenta al multilateralismo.
Un renovado compromiso con el multilateralismo exige respetar la Carta de las Naciones Unidas y al derecho internacional “sin excepciones”.
Un enfoque selectivo debilita también nuestro sistema de seguridad colectiva. Ese enfoque es el que ha hecho que los Estados poseedores de armas nucleares desconozcan o amenacen con desconocer las obligaciones que emanan del Tratado sobre la No proliferación de las Armas Nucleares, mientras las exigen para los demás. Invito a todos los Estados que aún no lo han hecho, a firmar y ratificar este histórico instrumento.
En este sentido Costa Rica aboga por una península coreana libre de armas nucleares, con paz, estabilidad y seguridad, y para ello exige que la República Democrática Popular de Corea respete y aplique las resoluciones del Consejo de Seguridad en esa materia.
Costa Rica llama a una solución justa en la cuestión de Palestina, para la cual las partes deben reanudar las conversaciones de paz, pues estamos convencidos que la única solución para el conflicto será la creación de dos Estados, sobre la base de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad, para que coexistan uno junto al otro en democracia, justicia y en paz. Por otra parte, celebramos los acuerdos de paz entre Israel, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
En nuestra América, llamamos la atención sobre el bloqueo económico de Cuba, lo cual afecta a su población. Reiteramos que esta situación debe cesar. También consideramos que debe auspiciarse desde la región una solución pacífica, expedita y democrática desde los venezolanos a la grave situación política, humanitaria y de violación a los derechos humanos que vive ese pueblo.
Costa Rica se suma a las preocupaciones externadas por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, señora Michelle Bachelet, en su reciente informe ante el Consejo de Derechos Humanos sobre la situación en Nicaragua. Exhortamos vehementemente al gobierno de este país hermano a abordar constructivamente las tensiones y problemas estructurales, y a orientar sus acciones en favor del respeto de los derechos humanos y el bienestar de sus ciudadanos. Garantizar el respeto a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales es el único camino que conduce a la paz, inclusión y al desarrollo.
El drama que vive Haití llama a la acción conjunta. Son caravanas de hombres, mujeres, niños y niñas haitianas las que recorren América en busca de mejores condiciones, y es tiempo de que de manera conjunta ayudemos a resolver esta grave situación humanitaria.
Numerosas violaciones al derecho internacional se cometen día a día a través de la desinformación, los ciberataques, el ciber crimen y la injerencia en los procesos electorales.
En este sentido, Costa Rica acoge con beneplácito las resoluciones de la Asamblea General en las que exhorta a todos los Estados Miembros a guiarse por los informes del Grupo de Expertos Gubernamentales, que confirman la aplicabilidad del derecho internacional vigente, incluida la Carta en su totalidad, a este ámbito. Pero a la comunidad internacional le queda pendiente la tarea de procurar mayores garantías a las personas y a las instituciones en estas materias.
Sr. Presidente,
Si el COVID es una alerta temprana a la humanidad, la crisis climática y la desigualdad son las grandes amenazas a la seguridad humana de esta y la próxima generación. Debemos abrazar la complejidad de las tareas, no rehuirle. La razón, la empatía, la ciencia, la fraternidad, hablar con la verdad por dura que sea debe competir y derrotar los discursos simplistas, de odio y/o polarizantes, que en su sencillez y frivolidad detienen el avance que requiere la acción y el espíritu humano.
Esta compleja tarea involucra asegurar la implementación de los instrumentos de desarrollo sostenible más relevantes que son la Agenda 2030, el Acuerdo de París, la Agenda de Acción de Addis Abeba, el marco de la biodiversidad mundial posterior a 2020 y el Marco de Sendai. También requiere del espacio fiscal necesario, las medidas de alivio de la deuda, la asistencia oficial para el desarrollo y la cooperación internacional para cerrar la brecha entre los objetivos de desarrollo y las acciones que amerita.
Tampoco podemos hablar de sostenibilidad sin tomar las acciones necesarias para la protección efectiva del océano y su biodiversidad. Por eso, Costa Rica participa activamente en las negociaciones del nuevo acuerdo para la protección de la biodiversidad en áreas fuera de las jurisdicciones nacionales y en las negociaciones de las regulaciones del Código de Minería que se llevan a cabo en la Autoridad de Fondos Marinos, alzando nuestra voz para que ningún contrato de explotación pueda ser considerado en el tanto no pueda garantizarse la protección y preservación efectiva del ambiente marino.
También junto con Francia promovemos la coalición de alta ambición para lograr que un 30% de territorios terrestres y marítimos del planeta estén protegidos para el año 2030, como una solución basada en la naturaleza para luchar contra la crisis climática.
Toda pandemia que ha afectado a la humanidad a lo largo de su historia se ha ido. La pregunta es que tan bien las afrontamos y que tan bien parados salimos de ella. Vamos a superar esta crisis, pero ¿cómo queremos que sea ese renacer? El renacer debe instaurar economías inclusivas, sostenibles, descarbonizadas y respetuosas de los derechos humanos.
Señor Presidente:
Costa Rica renueva su compromiso con un multilateralismo centrado en la dignidad de las personas, en especial, las más vulnerables. Un multilateralismo ágil y de acción. Creemos con firmeza que la seguridad internacional, la seguridad nacional y la seguridad humana no están antepuestas, sino que van mano a mano. Un multilateralismo con espíritu emprendedor y resiliente que promueva economías inclusivas y sostenibles.
Al conmemorar este aniversario, Costa Rica renueva su compromiso con la esperanza que permite que continuemos nuestra misión incluso bajo las condiciones más adversas. Con la esperanza de que la Organización de las Naciones Unidas cumpla con el deber que ha contraído con toda la humanidad y contribuya a afianzar la paz no con palabras, sino con buenas acciones.
Que el mundo pueda al final de este capítulo decir lo mismo que escribió el poeta:
He vuelto a mi país. Aquella parte de mí, al menos, que estuvo lejos, cubierta por la mortaja humeante de no saber, de no creer, ha vuelto. Hoy veo a quienes abarrotan estas calles, estas plazas, estos parques, en las costuras de siempre de sus ropas; veo a quienes se anudan los zapatos, temprano en la mañana, como si se ataran a la piedra del mundo y en todos hay una luz que ya no es la del simple coral de los taxis, la del periódico al golpear contra la puerta como un disparo, la del tiquete que mostramos en el tren y significa que hemos adquirido apenas los kilómetros del día.
Veo la luz de otra hora.
La nuestra.
Muchas gracias.