Discurso a la 74° Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas: Adelantarnos a la historia

Señor Presidente de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas
Excelencias jefes de Estado y de Gobierno
Distinguidos delegados y delegadas
Amigas y amigos

Un alcalde de Colonia, Alemania, líder joven para su época -41 años-, sostuvo la tesis de que la paz en Europa dependía de las relaciones entre Alemania y Francia. Decía que esto solo se lograría desarrollando fuertes vínculos económicos y políticos para unir los intereses de ambas naciones.

Hoy a nadie le sorprendería este postulado, pero lo excepcional es que ese joven alcalde, Konrad Adenauer, lo impulsaba hace unos 100 años, en la década de 1920, desde su alcaldía y en procura de mejores relaciones entre los países de la cuenca del Rin.

Esta idea no prosperó en ese momento, menos aun con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Eventos que conocemos y que desembocaron en la promulgación de la Declaración Universal de Derechos Humanos y la creación de este formidable organismo que es Naciones Unidas, desde donde hoy tengo el honor de hablar.

De forma similar otros líderes visionarios en Centroamérica iniciaron un proceso en 1960 creando el Mercado Común Centroamericano. Este es el proceso de integración más antiguo del continente, que impulsó en forma conjunta el desarrollo de Centroamérica a fin de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.

En mi Costa Rica, los líderes que me antecedieron también se adelantaron a la historia. Ya en la segunda parte del siglo XIX declaramos la educación gratuita y obligatoria para los niños y niñas, y en 1941 establecimos las bases de un sistema de seguridad social universal. Hace 70 años abolimos el ejército, y le declaramos la paz perpetua al mundo. Se dijo entonces que sería imposible que un país sobreviviera sin ejército, y sin embargo, aquí estoy, 70 años después, como prueba de lo contrario. En 1981 se ofreció al mundo la Universidad para la Paz. Todo eso sólo es posible en un mundo multilateral, que lucha por la paz, el derecho internacional y los derechos humanos.

También las ideas se adelantaron a la historia en nuestro continente con la adopción de la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José, la creación de la Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos.

¿Habría sido posible adelantar la Declaración Universal de Derechos Humanos y la creación de las Naciones Unidas o la implementación del Plan Marshall, o la Alianza para el Progreso o la descolonización o el Tratado de prohibición de Armas Nucleares como acciones proactivas para construir un mundo mejor? o ¿era inevitable que fuesen acciones de respuesta para prevenir nuevas guerras y otras amenazas globales? ¿Era posible evitar tanto dolor y pérdida?

Las ideas pueden adelantarse a la historia.

Antes que esperar, debemos tomar la iniciativa para impulsar los proyectos conjuntos de paz y de progreso de la Humanidad como una ruta de construcción multilateral de un mejor futuro compartido para todas las personas. La libertad del espíritu humano lo obliga, no estamos condenados a solo actuar reactivamente tras la estela de acontecimientos dolorosos que sabemos pueden o van a ocurrir.

Esa es nuestra responsabilidad. Anticiparnos a la dirección que lleva hoy la historia y aprovechar las oportunidades, sin que sea una nueva crisis económica, ambiental o bélica la palanca que lleve a adoptar los cambios necesarios.

Pensadores contemporáneos, como Rob Riemen, Yuval Noah Harari, Joseph Stiglitz y otros, coinciden en que hoy hay paralelismos con lo que vivió el mundo en la década de los 30 del siglo pasado.

La desesperación, la frustración, el resentimiento, la falta de un sentido de pertenencia, son caldo de cultivo para regímenes que atropellan los derechos de las personas y hacen la guerra en el nombre de ideales perversos y espurios.

En una época de profundas transformaciones que obligan a repensar aspectos fundacionales del contrato social, el discurso simple de los “ismos” está teniendo eco y penetrando las sociedades desde dentro, acumulando apoyo popular en los sistemas democráticos y de derecho que no han podido dar respuestas ágiles y concretas a la desigualdad y a la falta de oportunidades.

Además de no repetir los errores pasados, debemos con valor y coraje anticiparnos a la historia.

En nuestra discusión del día de ayer con ocasión de la Cumbre de Acción Climática se examinó la urgente puesta en marcha de mecanismos globales para enfrentar los retos del presente, y se analizaron los positivos resultados que se han tenido allí donde se supieron aplicar ideas que se adelantaron a la historia.

Consecuentes con nuestra historia, Costa Rica respalda el multilateralismo para confrontar las amenazas comunes y construir un futuro conjunto como planeta.

Propugnar por soluciones multilaterales para las causas globales comunes no significa que debemos estar de acuerdo en todos y cada uno de los detalles. Debemos hacerlo desde el respeto a la diferencia, el diálogo, la comprensión de que el objetivo compartido es más trascendente que las discrepancias puntuales.

Somos capaces de encontrar acuerdos para articular nuestras acciones y aportes a la causa común. Así como se logró en la carta fundacional de la ONU y los objetivos de desarrollo sostenible, así como se hizo en el Acuerdo de Paris.

Ninguna casa es más compartida que el planeta que habitamos, ninguna causa es más global que combatir el cambio climático. Nadie puede abstraerse a sus efectos y ningún aporte es demasiado pequeño, porque solo la sumatoria de acciones de todos los países, y las personas, nos permitirá hacerle frente.

Nos honra que la comunidad internacional le encomiende a Costa Rica organizar la PreCOP 25 que hospedaremos del 8 al 10 de octubre próximos, en preparación para la COP25 que realizará en diciembre nuestro hermano país, Chile. Los compromisos deben ser claros concretos y contundentes.

Decididos a cumplir con nuestra parte, Costa Rica lanzó el febrero pasado el Plan Nacional de Descarbonización para alcanzar en 2050 una economía libre del uso de combustibles fósiles moderna, verde, digital, resiliente e inclusiva, en consonancia con la ambiciosa vocación ambiental, materializada en un enfoque disruptivo, que ha caracterizado a nuestro país.

Del mismo modo que hemos demostrado que es posible tener un 99 por ciento de energía eléctrica limpia y renovable, y que sí es posible revertir procesos de deforestación, donde pasamos de una cobertura de un 20% en los ochenta, a tener hoy más de un 50% de cobertura forestal, ahora trabajamos por la meta de la descarbonización, la conservación de la biodiversidad y la implementación de soluciones basadas en la naturaleza.

Los jóvenes y multitudes que semana a semana se manifiestan en tantos países, exigen eso y más.

Los efectos del cambio climático, la desigualdad, la pobreza y en muchos casos la violencia empujan flujos migratorios que sufren millones de personas de todo el mundo y que representan un desafío para la comunidad internacional. Desde una perspectiva de derechos humanos, debemos dar respuestas conjuntas y sofisticadas. La migración en Centroamérica podría contrarrestarse si se lleva desarrollo económico y social a las áreas rurales de nuestros países, desde donde salen la mayoría de las poblaciones migrantes.

La mejor inversión en materia migratoria es contar con buenos mercados internacionales, justos y bien pagados para los productos agropecuarios que se produzcan en el área rural centroamericana, y así llevar bienestar a esas zonas. Esto es posible hacerlo con un esfuerzo de muchos países y partes en materia de buenos y justos precios en los mercados, tecnología, valor agregado y cooperación. Esta es la mejor y más humana solución al drama de la migración por motivos económicos.

Dice el proverbio africano que cuando dos elefantes pelean sufre la hierba… o en nuestros tiempos podríamos decir, sufrimos todos. La humanidad ya ha pasado por la bipolaridad, y ya sabemos que heredó.

Las turbulencias que hoy afectan la economía global perjudican los niveles de crecimiento económico, en particular en los países más vulnerables, al desaparecer oportunidades de empleo y emprendimiento que van ligadas a la producción.

Además de su impacto económico, esto presiona las instituciones democráticas. Las democracias se ven afectadas por los contextos restrictivos, la austeridad para mantener balances macroeconómicos, pero que a la vez limitan los planes para reducir la desigualdad y la concentración de riqueza.

Menos gasto en armamento o acumulación, y más inversión en la lucha contra la pobreza, la desigualdad y el cambio climático es lo más inteligente que el mundo podría hoy hacer. Una vez más, adelantémonos en esto a la historia.

Una presión adicional surge derivada de la sociedad del conocimiento y la digitalización. Participar en la Cuarta Revolución Industrial no es optativo; estamos obligados a repensar el futuro del trabajo, la conceptualización del aprendizaje y la sostenibilidad de la institucionalidad de protección social basada en el empleo, como lo ha abordado la Organización Internacional del Trabajo y su Comisión Mundial en esta materia.

El mundo no debe lacerar su cohesión, y es imperativo cerrar la brecha entre los excluidos y los incluidos en este mundo. Gestionar el cambio tecnológico para favorecer el trabajo decente, y cerrar las brechas tecnológicas y de género, será clave para adelantarnos a la historia y preservar el tejido democrático y social.

Una iniciativa global de inclusión y alfabetización digital, así como de inclusión sin más, sería lo más inteligente que podemos hacer como humanidad. No crear más barreras por la diferencia, sino nutrir un caleidoscopio de entendimiento y enriquecimiento humano a partir de nuestra maravillosa diversidad. Como en cualquier ecosistema natural, la diversidad humana nos hace complementarios y más fuertes. Y su cohesión está en el respeto, el entendimiento y la empatía entre unos y otros. Nosotros, los estados que integramos esta Organización tenemos las herramientas para hacerlo, y los jóvenes lo exigen.

La democracia, la paz, la defensa del derecho internacional, de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario enfrentan desafíos.

En Nicaragua es clara la necesidad de recuperar la paz social. Costa Rica, ha denunciado la violencia, el irrespeto, la violación continua y permanente, como política de estado a los derechos humanos que sufren quienes se oponen al Gobierno, lo que ha incrementado dramáticamente el número de personas refugiadas que recibimos provenientes de este país. Es imperativo el dialogo nacional y la celebración de un proceso electoral inclusivo, trasparente y bajo supervisión internacional.

Como comunidad global debemos procurar una solución pacífica y expedita a la grave situación política, humanitaria y de violación a los derechos humanos en que el régimen imperante ha sumido al hermano pueblo venezolano. Como ha confirmado el informe de la Alta Comisionada de las NNUU.

Igualmente es necesario acabar con el bloqueo económico sobre Cuba cuyo efecto ha perjudicado a su población.

También, es menester articular esfuerzos solidarios para hacer frente a la crisis política y social en Haití.

En todos estos casos, adelantémonos a la historia.

Fortalecer la inclusión, en particular con la igualdad de género, empoderamiento económico y político de las mujeres y la lucha contra toda forma de discriminación, con énfasis en las de carácter racial, religiosa o por la preferencia sexual, es fundamental para asegurar el respeto a los derechos humanos y al desarrollo sostenible.

Costa Rica se ha comprometido en avanzar en los derechos de las personas afrodescendientes que enfrentan claras condiciones de desventaja. En octubre próximo, seremos la sede de la Reunión de Alto Nivel Acelerando la Acción Global para el Cumplimiento de los Derechos de las Personas Afrodescendientes. La Vicepresidenta Epsy Campbell, primera mujer afrodescendiente del continente en ocupar ese puesto, asume esta responsabilidad en nombre de mi Gobierno.

El mundo de hoy, demanda más que nunca que las personas y los líderes seamos valientes de mente y corazón. Y nuestras respuestas deben fortalecer las instituciones de bienestar y paz, fortalecer la prensa libre, la información veraz, la seguridad de la información privada de las personas, algoritmos y protocolos éticos, pero sobre todo mejorar la experiencia de vida de todas las personas, ojalá fomentando el espíritu ilustrado.

Las manos grabadas hace casi 50 mil años, pinturas rupestres sean en la cuevas Sulawesi en Indonesia, o en la cueva El Castillo en Cantabria, España, muestran que tenemos un camino común como Humanidad. Son las mismas manos de una misma especie.

Las pirámides Egipcias, Mayas o las Esferas del Diquís en mi país son muestras de las civilizaciones que hemos construido y que, juntas, son todas legado de una sola humanidad.

Nuestra misión como líderes hoy es adelantarnos a la historia. Aprender de la misma para no imitar a Sísifo.

Adelantarnos a la historia con propuestas valientes y novedosas para que llegue el día en que juntas y juntos venzamos los retos que amenazan el planeta, y que podamos un día cumplir con los sueños íntimos como los del poeta Jorge Debravo cuando escribió “Pido ternura, cena, silencio, pan, casa…”

O los grandes sueños compartidos que nos unen como aquel hecho poema por el gran Ray Bradbury cuando escribió:

“Trabajo por eso,
Hombre pequeño, sueño grande lanzo mis cohetes entre mis oídos esperando que una pulgada de Bien valga una libra de años con deseo de que una voz al otro lado de la bóveda del universo nos diga de vuelta: ¡Hemos alcanzado Alfa Centauri!
¡Somos grandes, oh Dios, somos grandes!”

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