Al dar a conocer los resultados de ingresos y gastos del gobierno central al mes de septiembre, la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, enfatizó que estos resultados, junto con los escasos recursos para atender las prioridades del Estado, el anuncio de la próxima revisión de calificación de riesgo país, el índice de pobreza dado a conocer esta semana, el aumento en la morosidad del sistema financiero; entre otros factores, son una clara evidencia de que el país ya no aguanta más la difícil situación fiscal, ante la ausencia de una ley para fortalecer la Hacienda Pública que permita abrir el camino para empezar a resolverla. Al finalizar el tercer trimestre del año, el déficit financiero del gobierno central alcanzó el 4,5% del Producto Interno Bruto (PIB) y el déficit primario 1,9% del PIB; un 0,3% más que en el 2017. Este resultado mantiene la tendencia que se observa desde julio, cuando se alcanzó el mayor déficit financiero de los últimos cinco años. Dicho comportamiento es el reflejo tanto de una caída en los ingresos como de un aumento del gasto, tal y como se observa en el siguiente cuadro: Como se puede ver en este mismo cuadro, otro rubro que mostró un aumento importante fue el pago de intereses, que pasó de 2,4 % del PIB, en setiembre 2017, a 2,6% del PIB a igual mes del 2018. Aunque con una tasa de crecimiento menor a la registrada en 2017, el crecimiento de los gastos corrientes (principal componente de los gastos totales) alcanzó 7,3%. Esto a pesar de las acciones que sigue realizando el Gobierno para contener el gasto. Este aumento equivale a unos ¢317,675 millones y se explica, sobre todo, por el incremento de 7,9% (¢143,364 millones, aproximadamente) en las transferencias; cifra que representa el 45,1% de ese incremento. También, los intereses aumentaron 13,2% y las remuneraciones 4,4%. Por el contrario, el ingreso corriente del Gobierno Central acumulado a setiembre, registró su menor crecimiento desde los últimos cinco años, como se puede ver en este gráfico: