había guardado ahí a la Esperanza. Para él, era una de las peores calamidades porque la consideraba como inacción total. Esperanza, es una palabra derivada del latín “sperare”, que significa esperar… es decir, no moverse, no actuar, no hacer… quedarse en la contemplación, en la creencia y en la expectativa. Por eso, Prometeo consideraba a la esperanza un vicio terrible que nos podía lastimar enormemente… …Y si reflexionamos un poco, a lo mejor así ha sido en muchos momentos de nuestra historia, porque por ejemplo, hoy, en pleno siglo XXI, donde abunda la tecnología, la creación de riqueza y donde –irónicamente- también, crecen la pobreza y la desigualdad; donde el 1% más rico tiene casi más dinero que el otro 99%; donde se desdibujan las fronteras comerciales y se levantan murallas de concreto y alambre para cerrar las geográficas; donde explotamos nuestros recursos naturales sin conciencia y sufrimos ya el acecho del calentamiento global que nosotros mismos decidimos provocar… más bien parece que hemos vivido demasiado tiempo postergando acciones concretas y a merced de esa amenazadora esperanza a la que temía Prometeo, por ser quieta y contemplativa, propia de quienes esperan que alguien más haga lo que nosotros como humanidad debemos hacer… Y como de aquella famosa caja de Pandora se escaparon también el resto de calamidades, a la esperanza inamovible, se le unieron el egoísmo, la injusticia, la envidia y otros tantos vicios humanos. Por eso, pensando en esa ilustración mitológica, quiero creer en la oportunidad que como mundo tenemos HOY, para hacer, para cambiar rumbos, ajustar velas y apostar por la solidaridad e incidir verdaderamente en la vida de millones de personas, con acciones concretas y con una esperanza en movimiento que se transforme en acciones y nos permitan devolver todos los vicios humanos a aquella caja imaginaria, de la que posiblemente jamás debieron salir. Con ese optimismo lleno de luz y de futuro, percibí hace años los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Y ahora, para darles continuidad, con mayor ilusión, fortaleza y compromiso solidario –de ese que no da nada por sentado- vislumbro los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 para su implementación. Soy una mujer optimista que cree en el trabajo como única forma de hacer que las cosas sucedan; y estoy convencida, de que sí tenemos razones para ilusionarnos y que sí existe un rumbo hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos. Porque en setiembre de 2015, Costa Rica junto con todos los países presentes en la Asamblea General de las Naciones Unidas, se comprometió a lo que para mí fue comenzar a devolverle “chunches” y vicios humanos a la caja de Pandora. Es decir, como Estados, asumimos el compromiso de respaldar e implementar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la cual, como se ha dicho, es un plan de acción en favor de las personas, del planeta y de la prosperidad; y también incorpora la intención de fortalecer la paz del planeta y el acceso a la justicia. Y para la Administración Solís Rivera, que desde el primer día viene trabajando contra viento y marea por darle rostro humano a las decisiones políticas, ya sean estas económicas o sociales; este es un paso señero y maravilloso que damos como país, el cual -como un efecto mariposa- sin duda, resuena en el resto del planeta. Por eso estamos hoy acá. Como Gobierno de la República, creemos firmemente en el lema del pacto que nos convoca esta mañana: “No dejar a nadie atrás” y en estos poco más de dos años de gobierno, hemos actuado en consecuencia, devolviéndole a la acción política su fundamento, su razón de ser: el bienestar de la gente. Porque las personas no son números, no son transacciones económicas, no son mercado puro y tampoco son estadísticas que sirven para sopesar caudales políticos cada 4 años. Hemos apostado por el desarrollo humano y estamos trabajando por lograr una sociedad más justa, inclusiva y más respetuosa de los DDHH. Amigas y amigos, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tienen un enorme y robusto componente social, parten del hecho de que con pobreza, con desigualdad, con hambre, sin educación y sin igualdad de género; será imposible que prosperemos como humanidad. Así lo asumimos como Gobierno y la firma de este Pacto es la ratificación de lo que ya venimos haciendo con base en el Plan Nacional de desarrollo 2015-2018; y es la manera de darle un peso pleno y de Estado, al norte de desarrollo humano que nuestro pueblo demanda. Precisamente, No dejar a nadie atrás, el lema del Pacto que firmamos hoy, significa que en el marco de la Agenda 2030, las políticas sociales deben asegurar caminos para garantizar un acceso universal a niveles elementales de ingreso, a servicios sociales básicos y de cuidado, así como a acciones de promoción social que permitan a los sectores históricamente excluidos, tener acceso a oportunidades de trabajo y de producción de forma sostenida. Y desde un enfoque de derechos económicos sociales y culturales; la política social en general, debe ser capaz de cerrar las brechas de exclusión, de pobreza, de discriminación y de desigualdad; porque No dejar a nadie atrás, significa que abrazar el paradigma de la solidaridad y avanzar hacia él, debe ser el mayor desafío del mundo globalizado que habitamos. Este Pacto Social por los ODS que hoy suscribimos, es un acto inédito en el mundo, que implica atender el llamado directo del objetivo 17 de la Agenda 2030 sobre la importancia de cambiar la conversación tradicional entre lo público y lo privado. Porque, además, estamos construyendo los cimientos para una nueva ecuación Estado-Mercado- Sociedad, en la que el Estado no “impone” su propia visión del desarrollo, sino que habilita capacidades y procesos para que entre todas y todos participemos en su construcción en aras de la igualdad, la solidaridad y la sostenibilidad ambiental. Amigas y amigos, ustedes que pertenecen a tantos y diversos sectores de la sociedad costarricense y que han apostado por construir consensos en este tema que nos convoca a todas y todos; sepan que los ODS y la Agenda 2030 que dan vida a este Pacto, devienen en una oportunidad humana invaluable para guardar en la caja de Pandora la Esperanza viciosa y monolítica de Prometeo. Es una oportunidad para transformarla en acciones concretas y convertirla en movimiento, en virtud, en humanidad pura… en aquella Solidaridad definida por el filósofo Luis de Sebastián, como: “el reconocimiento práctico de la obligación natural que tienen los individuos y los grupos humanos de contribuir al bienestar de los que tienen que ver con ellos, especialmente de quienes están en mayor necesidad.” Ana Helena Chacón Echeverría Vicepresidenta de la República ]]>