San José, 24 de mayo de 2016. Esteban Ramírez Jiménez, el director de cine, productor y guionista, se parece bastante a Don Quijote, pero, más que en su aspecto físico, se le parece en la férrea determinación por alcanzar sueños, aunque tenga que batirse con mil molinos de viento. Ramírez es un director de 42 años de edad que cuenta con 18 de experiencia en el medio, “en un país sin tradición cinematográfica, ni ley de cine”, tal como establece tajantemente y desde el inicio la biografía de su página web. Y es que, sin duda, han sido estas condiciones adversas las que han determinado su empuje, las que han alimentado la fe en él mismo y en sus producciones. Después de algunos cortometrajes al inicio de su carrera –el primero en 1998- , Ramírez dio el gran salto con el largometraje Caribe, del 2004, película que realizó con éxito sin ningún apoyo económico importante, a pesar de ser una producción muy cara, según dijo, “porque fue filmada en celuloide, exhibida en los desaparecidos proyectores de 35 milímetros y con un elenco internacional de lujo”. Luego vino Gestación, en 2009, la que en su momento, y por cinco años, fue la película nacional con mayor asistencia en los cines y que logró los primeros premios internacionales de interpretación para su actriz principal; y más recientemente Presos, en 2015. En total, son tres largometrajes y cinco cortometrajes los que tienen su sello. Cuando se habla de “éxito” en la carrera de Ramírez se refiere a que es el director costarricense con más premios internacionales, a la buena acogida que el público costarricense dio a sus películas y a los reconocimientos que estas han obtenido en festivales internacionales: Caribe con ocho, Gestación con nueve, mientras que Presos ya cuenta con cuatro galardones. En el Festival de Cine Latinoamericano de Trieste, a Ramírez se le reconoció como Mejor Director por Caribe; en el Festival Internacional de Cine de Bogotá, también como Mejor Director, esta vez por Gestación; mientras que su última producción, Presos, fue la Mejor Película del Festival de Cine de Santander y además su protagonista, la nacional Natalia Arias, obtuvo el premio como Mejor Actriz del mismo festival. Además, Presos ganó el Premio del Público en el Festival de Cine Latinoamericano de Trieste y el Premio a Mejor Ficción de Largometraje Centroamericano en el pasado Costa Rica Festival Internacional de Cine. El novel muchacho que en 1996 se graduó en Ciencias de la Comunicación Colectiva y egresó lleno de sueños por cumplir, hoy puede mirar en retrospectiva con satisfacción. Trabaja actualmente en la próxima producción que verá la luz en 2017, tiene una carrera que ganó a pulso, lleva acumuladas muchas horas de rodaje y puede decir con orgullo, como lo manifestó, que vive de un trabajo que ama: la pasión por contar historias. Ramírez recibirá este miércoles 25 de mayo el Premio Nacional de Artes Audiovisuales Amando Céspedes Marín en Dirección 2015, “Por el uso intensivo de recursos creativos en guion, diseño y metodología de producción, dirección de actores, banda sonora y fotografía, al plasmar la particular visión cinematográfica de un universo complejo y de pertinente vigencia social, como es el mundo de los privados de libertad y su contexto”, indica el acta del jurado. Esta será la primera vez que se entregue este premio, después de la reforma a la Ley de Premios Nacionales, aprobada en 2014. La Oficina de Prensa y Comunicación del MCJ entrevistó a este “Quijote” cineasta, con el fin de conocer su valoración sobre el desarrollo de la producción audiovisual en el país, su estado actual, sus oportunidades, limitaciones y necesidades. En adelante la entrevista. ¿A qué atribuye el auge que está experimentando la producción cinematográfica del país? Sí, hay un auge en cantidad, se democratizó mucho el poder hacer una película. Es decir, tanto el formato -en el sentido de cómo se filma, ahora se filma digitalmente, el celuloide era muy caro y muy complejo-, como la proyección en salas, que era de los procesos más caros y desgastantes. Incluso se puede hacer todo el proceso en Costa Rica. También debo decir que este gobierno es el primero que tiene un fondo con un dinero importante destinado exclusivamente al cine (El Fauno) y que Ibermedia ha sido fundamental, porque sin este apoyo, muchas de las películas serias que se han hecho en Costa Rica no existirían. Además están los buenos resultados que hacen que la gente se motive en incursionar en el medio. ¿Es esto una ventaja para los cineastas, o por el contrario, es demasiada competencia? La ventaja para mí es que es más fácil hacer una nueva película y al haber más competencia me obliga, aún más, a lograr un mejor trabajo. Hace unos 6 o 7 años una película costarricense se valoraba positivamente por el simple hecho de que el lenguaje fuera coloquial y eso no puede ser. Eso no pasa en otros países, se valora si es buena o mala porque emocionó, impactó o sorprendió. Es una ventaja que hemos tenido, pero que, como toda novedad, se va perdiendo. El público irá, como debe ser, pidiendo cada vez más mejor calidad. ¿Qué significa para un cineasta nacer en un país sin tradición cinematográfica? En principio es una limitación por la poca experiencia que existe en el país, por la falta de recursos estatales y por el mercado tan pequeño. Eso fue obvio en los años 1995 y 1996, cuando comencé en la Universidad de Costa Rica, pero siempre la dificultad tiene su gracia, hay que buscar dar el mayor esfuerzo, darle una mayor fuerza al objetivo de ese momento. Al ser de los primeros que hacían cine, resultó también ser una oportunidad y tener su lado positivo, porque con las primeras películas a la gente se le vio una necesidad de verse reflejada y un gran entusiasmo por los trabajos que hicimos. ¿Cuáles son las mayores limitaciones que la creación audiovisual enfrenta hoy en Costa Rica y cuáles las oportunidades? La oportunidad es respecto al público; como cine emergente que todavía somos, existe un gran deseo por ver nuestras historias y como no hay mucha producción nacional en televisión, el cine está comenzando a llenar ese vacío, como sucede en República Dominicana. La limitante es que el país es pequeño y caro, aunque se ha abaratado hacer una película, sigue siendo de puestos muy especializados que no se encuentran fácilmente y toma años para realmente tener una experiencia y competir de tú a tú con el mercado internacional. Tenemos, obviamente, una gran desventaja en experiencia y fondos respecto a países más desarrollados de América Latina y ni hablar de otros países del primer mundo. ¿Cómo ha cambiado el panorama de la producción cinematográfica en el país desde Caribe en 2004, al proyecto en que trabaja actualmente? Cuando se hizo Caribe no había mercado, realmente no había experiencia de cómo funciona una película afuera. Esa experiencia la adquirí y fue duro, porque fue una película difícil de hacer y que no contó con apoyo del Estado, solo un pequeño patrocinio del INS. Ahora es totalmente más favorable porque es más accesible hacerla, ya hay apoyos, un público que ha sido seducido por producciones nacionales y quiere ver más, entonces, hemos abierto camino para que sea más fácil. Caribe fue la primera película que logró premios importantes en festivales, fue a más de 40 festivales alrededor del mundo, fue bien recibida por el público y por la crítica -eso no había pasado- y fue un paso para visibilizarnos afuera como país que también puede hacer cine con valores de producción importantes. ¿Qué le aporta el cine costarricense al país? Primero, hay un dinero importante que se distribuye en muchos servicios y muchas personas. Segundo, con su boleto y pago el público logra vivir una experiencia fuerte al poder verse frente a un espejo; pienso que esto es fundamental que lo protejamos como país porque ayuda a fortalecer nuestras raíces. Y tercero, exportar y tener el nombre de Costa Rica en festivales y cadenas internacionales, lo cual no tiene precio para el país. ¿Qué le hace falta al país para ofrecerle al productor independiente? Falta acercar a la empresa privada y que vean que es un buen negocio; el cine es muy potente, puede llegar a miles de personas. Es negocio porque, a fin de cuentas, con la película estamos exportando nuestra cultura y en un país que vive del turismo, eso es un beneficio. Hay que buscar los incentivos para que no solo ganen con la presencia en la película, sino que también les sea rentable. Urge una ley de cine fuerte, que nos dé la confianza para apostar y soñar en grande. ¿Cuál es el sitio del cine nacional en el ámbito cinematográfico mundial? Está creciendo. Hay películas que han estado en importantes festivales como Agua fría de mar, que ganó un premio importante en Rotterdam, Por las plumas, que estuvo en Toronto, las mismas películas mías que han estado en varios festivales y en las principales cadenas de paga en América, como HBO. La presencia se está viendo cada vez más y entre más fondos tengamos, como sucedió con Colombia que comenzó con una ley de cine, creo que vamos a obtener mejores resultados. ¿Cabe decir que lo importante no es ganar, sino competir, en festivales internacionales? Obviamente no es una competencia al mismo nivel porque ellos tienen más experiencia, más fondos y un montón de facilidades que nosotros no tenemos, pero somos un país donde queremos contar nuestras propias historias y que poco a poco iremos mejorando conforme más películas se hagan. Cada película que se haga tiene que ser una forma de aprender de lo bueno y lo malo para todo el medio, y para aprovechar también de descubrir algunos talentos para otras películas. Ahí es donde realmente el medio va creciendo. ¿Cuándo una película como Presos se convierte en rentable y cuál es el momento en que usted dice que valió el esfuerzo? En mi caso, y por lo cual me siento muy satisfecho, me puedo dedicar solo al cine. Las películas están pagando mis horas-trabajo como director y guionista, y eso es dignificante. Siempre somos los últimos en cobrar y es justo que lo podamos hacer. Aunque nunca el objetivo principal ha sido ganar dinero, sino la pasión por compartir una historia, igual tienen que dejar algo de dinero, porque si no es así, no se puede seguir. Me siento muy satisfecho porque tienen temáticas importantes, serias, que intentan ser vigentes y no solo entretener, sino que queden algunas ideas y sentimientos, que cuestionen, hagan pensar a la gente y a la vez sean productivas, paguen mi trabajo y recuperen lo invertido. Usted expresó que en este momento ya adquirió una confianza como cineasta ¿En qué la expresa, a qué se refiere? Estamos en formación, es una profesión muy compleja, muy difícil, se trabaja con la intuición, no hay cosas seguras y eso lo hace fascinante, pero, digo: yo tengo al menos 18 años de experiencia desde que estoy haciendo cortometrajes. He aprendido de mis anteriores errores y aciertos, y cuando llego a un set, eso me da confianza para hacer un nuevo proyecto. Es indudable que la experiencia en el cine cuenta. ¿Qué significa para usted este primer Premio Nacional en Dirección Audiovisual? Es un gran honor, me siento feliz y halagado de ser el primer director de cine en obtener este premio tan importante, porque es justo para nuestro cine que tengamos ya este tipo de reconocimientos, como han tenido los demás artistas en Costa Rica, así que lo recibo como una gran responsabilidad para seguir mejorando. ¿Cuál considera es o puede ser su aporte al cine costarricense? ¿Qué diría a tantos jóvenes que estudian actualmente producción audiovisual en el país? Por suerte amo esta profesión, por suerte tengo claro que sin trabajo no hay calidad. Creo que mis películas pueden gustar o no tanto, pero en todas hay mucho trabajo, seriedad y una combinación de tratar de entretener con temáticas que aporten, dejen algo, y eso cuesta mucho. No es que todos tengan que aspirar a ser así, pero en mi caso, esa es mi línea. Finalmente, ¿qué le gustaría destacar como mensaje final? La necesidad de fondos como El Fauno y de una ley de cine fuerte, donde el gobierno invierta a sabiendas de que también va a ganar. La tan esperada ley de cine no es un gasto, es una gran inversión, porque ya hemos demostrado con hechos lo vital y potente que es contar nuestras propias historias y no van a existir buenas historias si no hay apoyo, porque es una actividad cara que lo necesita, entonces, ahí están los resultados, para que no exista tanto temor. Vamos a utilizar los recursos de la mejor forma, sabiendo que nadie es infalible y que es una profesión difícil, pero que hay muchos cineastas serios en Costa Rica que quieren contar buenas historias. ]]>