Nueva York, Estados Unidos. 30 de setiembre de 2015.Exigir a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad congruencia y consistencia en materia de Estado de Derecho, Derecho Internacional, protección de derechos humanos, control de armamento y desarme nuclear es una pieza clave para la gobernanza mundial
Esta es la posición que el presidente de la República, Luis Guillermo Solís Rivera, expuso en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. “El Consejo de Seguridad debe asumir las responsabilidades que le corresponden en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, tomar en cuenta las consideraciones de los derechos humanos en su accionar y mejorar su labor en materia de prevención de conflictos”, indicó el Mandatario costarricense.
En la Asamblea 70 de la Organización de Naciones Unidas Costa Rica tuvo una posición clara para que sea la hora de que una mujer ocupe la Secretaria General que reconozca la capacidad, competencia y compromiso de las mujeres y emita una señal política inequívoca al celebrar los 20 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing.
Esto va mucho más a profundidad, ya que cuestionó el proceso de elección. “Mi país lidera, junto a Estonia, los esfuerzos de casi una treintena de Estados para establecer un proceso transparente, democrático, equitativo e inclusivo que sea consistente, porque no lo es”, al señalar el ¨Presidente Solís que “desde 1946, el proceso para seleccionar a quien ocupa el m{as importante puesto en la comunidad internacional se ha caracterizado por su opacidad. Costa Rica está decidida a cambiar esta situación”.
Fue motivo de elogio, por parte del presidente Solís Rivera, que a partir de este momento, y por primera vez en la historia, se tendrá la posibilidad de conocer los nombres de las personas candidatas, sus atestados, interactuar con estas, conocer sus visiones y programas de trabajo, con el objetivo de lograr que Naciones Unidas tenga un mayor dinamismo y liderazgo.
En el marco de este foro mundial, Costa Rica reiteró su tradición democrática y de apego al orden internacional, al señalar el apoyo a las propuestas de que los derechos humanos sean el centro de esfuerzos de la ONU; restringir el veto en el caso de atrocidades masivas y exigir el compromiso político de actuar de manera oportuna y decidida ante situaciones de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad.
Hizo el Mandatario costarricense un claro llamado para que el gasto militar se oriente al desarrollo sostenible, redirigiendo estos recursos económicos a la atención de población vulnerable como niñas, niños, personas con discapacidad, mujeres, adultos mayores, migrantes y poblaciones indígenas.
Mantener la paz y la seguridad internacionales es algo que reiteran los miembros del Consejo de Seguridad “pero estos son, al mismo tiempo los mayores productores y exportadores de armas convencionales en el mundo y a pesar de las prohibiciones en el Tratado sobre Comercio de Armas, continúan realizando transferencias internacionales de armas, incluidas las pequeñas y ligeras a zonas en conflicto”.
De allí el llamado de Costa Rica a los Estados que no han firmado el Tratado de Comercio de Armas a que lo firmen. Y a los Estados que ya lo firmaron a trabajar sin demora en su implementación.
CONSEJO DE SEGURIDAD ASUMA RESPONSABILIDADES
Costa Rica llamó a todos los estados a adherirse e implementar los instrumentos internacionales para la protección de los derechos humanos y la lucha contra la impunidad producto de crímenes atroces, al indicar que el Consejo de Seguridad tiene un enfoque inadecuado para la prevención de conflictos y allí donde actúa, con frecuencia, lo hace demasiado tarde.
“Cuando un miembro permanente usa el veto o la amenaza del veto, abandona y desprecia públicamente el derecho de las víctimas a la justicia y a la paz y socava los esfuerzos internacionales para ponerle fin a la impunidad. El veto traiciona la confianza de millones de personas depositada a las Naciones Unidas como su última esperanza”, señala en el discurso pronunciado.
El Presidente Solís hizo un recuento de casos como los que suceden en Libia, Malí, República Centroafricana, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Yemen, Iraq, Ruanda, Srebrenica, Palestina. “Lo digo también por los millones de sirios que han sido desplazados en proporciones históricas, o por los miles que continúan arriesgando sus vidas en mar abierto para escapar de la muerte en forma de armas químicas, bombas de barril y municiones en racimo, cuyo uso Costa Rica repudia y condena rotundamente”, precisó.
ABRIR PUERTAS
Costa Rica, durante el proceso negociador para adoptar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, compartió su experiencia en materia de conservación, protección ambiental, desarme unilateral y el liderazgo en la transformación de un modelo de desarrollo sostenible.
“Nuestro país ha lanzado el Compromiso de Ginebra sobre Derechos Humanos en la Acción Climática, una iniciativa voluntaria que parte del reconocimiento del vínculo entre el disfrute de los derechos humanos y las repercusiones y consecuencias del cambio climático”.
En la conmemoración del 70 aniversario de las Naciones Unidas, Costa Rica se comprometió con los esfuerzos por hacer de esta organización una entidad más robusta, dinámica y enérgica, para que en lugar de debatir sobre conceptos abstractos, busque soluciones prácticas, concretas y que recuerde la importancia de puertas abiertas a la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, mujeres y jóvenes.
[su_youtube_advanced url=»https://www.youtube.com/watch?v=0gXdHYtp9s8″ width=»800″ height=»600″ rel=»no»]
Discurso del Presidente de la República de Costa Rica, S. E. Luis Guillermo Solís Rivera, En el Debate General de la Sesión 70 de la Asamblea General de las Naciones Unidas
Señor Presidente, Mogens Lykketoft. Excelencias. Distinguidos delegados. Amigas y amigos.
Costa Rica lo felicita por su elección como presidente de esta Asamblea General. Le reitero el compromiso de mi país de trabajar con usted, como con todos los Estados miembros, a fin de concretar los objetivos que nos hemos propuesto para esta sesión y fortalecer la gobernanza mundial y el multilateralismo.
Nos ha pedido, con gran tino, señor Presidente, que enfoquemos este debate a la celebración del septuagésimo aniversario de la organización y, en especial, a la interrelación entre la paz, la seguridad y los derechos humanos. La intensidad y la gravedad de los hechos que preceden a esta cita, hacen que esta discusión sea, además de oportuna, inaplazable.
Son millones los seres humanos que viven en una noche sin estrellas. Su dolor, su desesperación y angustia ponen a prueba las fibras más íntimas de nuestra propia humanidad. En las azarosas garras de estas circunstancias, de las que no escapa nadie, demostremos que estamos en el amanecer de una nueva etapa de nuestra civilización, y no en su ocaso.
Por ello, más que limitarnos al mismo ejercicio retórico en que incurrimos cada año y cada decenio, más que reiterar lo que todos ya sabemos, para Costa Rica esta debe ser la Asamblea General que llame a la acción, a traducir en hechos lo que hasta ahora casi solo han sido palabras. Que exija congruencia entre lo que se dice y consistencia con lo que se hace. No somos prisioneros del destino, sino sus forjadores. Nuestros actos importan.
Esta debe ser la Asamblea General que detone los procesos que tanto hemos esperado. Que deje atrás la indiferencia y abra sus brazos a la solidaridad con renovada pasión y compromiso. Esta debe ser la Asamblea General que demuestre que, aun cuando somos una comunidad de naciones, somos también mucho más que la suma de nuestros intereses particulares.
Esta debe ser la Asamblea General que consolide el liderazgo de las Naciones Unidas como el epicentro de la gobernanza mundial; que continúe profundizando las reformas para hacerla más eficaz, eficiente, robusta, proactiva y enérgica.
Para lograrlo, empecemos por elegir de manera más democrática a la persona que ocupará la Secretaría General de esta organización. Desde 1946, el proceso para seleccionar a quien ocupa el más importante puesto en la comunidad internacional se ha caracterizado por su opacidad. Costa Rica está decidida a cambiar esta situación.
Mi país lidera, junto con Estonia, los esfuerzos de casi una treintena de Estados para establecer un proceso transparente, democrático, equitativo e inclusivo que sea consistente, porque hoy no lo es, con la Carta y con procesos similares al más alto nivel internacional.
Costa Rica se enorgullece de haber logrado que en la resolución que recién aprobamos hace unas semanas, esté incluida una invitación a los Estados miembros a presentar mujeres como candidatas a la Secretaría General. Ha llegado la hora para que la Secretaría General sea ocupada por una mujer. Reconozcamos la gran capacidad, competencia y compromiso de las mujeres en todos los ámbitos y emitamos una señal política inequívoca que al conmemorar el vigésimo aniversario de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, esta organización es congruente con lo que predica en materia de equidad y empoderamiento de las mujeres y niñas.
Para consolidar a las Naciones Unidas en el epicentro de la gobernanza mundial, el Consejo de Seguridad debe asumir las responsabilidades que le corresponden en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, tomar en cuenta las consideraciones de los derechos humanos en su accionar y mejorar su labor en materia de prevención de conflictos. El Consejo tiene un enfoque inadecuado para la prevención de conflictos y allí donde actúa, con frecuencia, lo hace demasiado tarde.
Lo digo por Libia, Malí, la República Centroafricana, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen; por los actos de violencia sexual y violencia por motivos de género contra niñas y niños, mujeres y hombres en Iraq, Siria y el Noreste de Nigeria. Lo digo por los genocidios de Ruanda y Srebrenica o por la tolerancia hacia las violaciones que se cometen constantemente en contra de muchos pueblos, incluido el pueblo de Palestina, y contra las minorías raciales, étnicas o sexuales en otras partes del mundo, incluido Occidente.
Lo digo también por los millones de sirios que han sido desplazados en proporciones históricas, o por los miles que continúan arriesgando sus vidas en mar abierto para escapar de la muerte en forma de armas químicas, bombas de barril y municiones en racimo, cuyo uso Costa Rica condena rotundamente.
Ninguna de estas crisis detonó sin previo aviso. Se gestaron a base de años -y a veces decenios- de agravios contra la dignidad y los derechos humanos, ejecutados por gobiernos e instituciones deficientes o corruptas, que realizaron acciones de represión, discriminación y exclusión que acabaron por coartar libertades fundamentales; privar a las poblaciones de sus derechos económicos, sociales y culturales; acentuar las desigualdades en el desarrollo; e irrespetar el derecho de todos los pueblos del mundo, incluido Israel, a vivir dentro de fronteras seguras.
La responsabilidad primordial de promover, proteger y realizar todos los derechos y libertades fundamentales, recae en los Estados. Pero cuando los gobiernos incumplen con la responsabilidad de proteger, ya sea porque carecen de la voluntad o de la capacidad de resguardar a su propio pueblo, entonces le corresponde a la comunidad internacional y, en particular, al Consejo de Seguridad, intervenir y desplegar la diversidad de recursos que tiene a su disposición para resolver los conflictos.
Pese a estos recursos, no hicimos lo suficiente para evitar esta tragedia humana. No hicimos lo necesario para evitar que miles se lanzaran con sus hijos al mar…
Para que las Naciones Unidas se consoliden como el epicentro de la gobernanza mundial, el respeto y la promoción de los derechos humanos no pueden estar sujetos a manipulaciones.
Debemos ser muy cautelosos ante los intentos de algunos Estados de manipular los propósitos y principios de la Carta en un esfuerzo por impedir que las Naciones Unidas afronten los desafíos mundiales para las que fueron concebidas y defiendan, efectivamente, los derechos de las personas. Algunos intentan tergiversar los propósitos y principios de la Carta afirmando, por ejemplo, que las violaciones de los derechos humanos no guardan relación alguna con la paz y la seguridad internacionales o que la soberanía excluye el compromiso de esta organización con dichas cuestiones.
La soberanía, ese concepto que se asocia con el nacimiento del Estado nación, no debería continuar siendo una excusa más para que la comunidad internacional cruce sus brazos y sea testigo mudo de un teatro sangriento. Cuanto menos se considere a la soberanía como un muro o un escudo, más posibilidades tendremos de cumplir con nuestra responsabilidad de proteger a la población civil. Así lo ha dicho el Secretario General, “una acción temprana para prevenir los conflictos y proteger los derechos humanos ayuda a consagrar la soberanía, no la pone en peligro, ni la restringe”.
Entonces, ningún país, ninguno, podrá esconderse tras el muro de la soberanía y el silencio cuando se cometan graves violaciones de los derechos humanos. No quedará sin castigo ningún delito contra la humanidad.
Por ello, Costa Rica reitera su apoyo a la propuesta del Secretario General, “Los Derechos en Primer Lugar,” que ubica a las consideraciones relativas a los derechos humanos en el centro de los esfuerzos de las Naciones Unidas. Es un intento de corregir los fallos sistémicos del pasado, pues la iniciativa reconoce que las violaciones a estos, constituyen, efectivamente, señales de alerta temprana.
Porque son vidas humanas las que están en juego, Costa Rica apoya la propuesta de Francia para restringir el veto en caso de atrocidades masivas, que data desde nuestra participación en los Pequeños Cinco, y los esfuerzos que lidera Liechtenstein en el Grupo para la Rendición de Cuentas, la Coherencia y la Transparencia (ACT por sus siglas en inglés), a fin de adoptar un Código de Conducta para que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad se abstengan de utilizar el veto en situaciones de genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad y exija un compromiso político de actuar de manera oportuna y decisiva en tales situaciones.
No puede seguir teniendo más peso la opinión de un solo miembro permanente que la necesidad de salvar vidas. Cuando un miembro permanente usa el veto o la amenaza del veto en tales circunstancias, abandona y desprecia públicamente el derecho de las víctimas a la justicia y a la paz, y socava los esfuerzos internacionales para ponerle fin a la impunidad. El veto traiciona la confianza que millones de personas depositan en las Naciones Unidas como su última esperanza.
Todos coincidimos en la importancia de fortalecer el Estado de Derecho para consolidar las instituciones que protegen a la población civil, para abordar las causas profundas de los conflictos, promover la rendición de cuentas y combatir la impunidad, tanto en el plano nacional como internacional. No es casualidad, entonces, que el Estado de Derecho ocupe un lugar clave en la Agenda de Desarrollo 2030. Sin embargo, solo un miembro permanente del Consejo de Seguridad acepta la jurisdicción obligatoria de la Corte Internacional de Justicia y solo dos han ratificado el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Costa Rica llama a todos los Estados a adherirse e implementar los instrumentos internacionales para la protección de los derechos humanos y la lucha contra la impunidad producto de crímenes atroces. Una vez más llamamos a todos los Estados a ratificar el Estatuto de Roma, con sus enmiendas adoptadas en Kampala en el 2010. Cuanto más multipolar es el mundo, más fuerte debe ser nuestra confianza en el Estado de Derecho a nivel internacional.
El compromiso con el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, es igualmente reiterado por todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, pero estos son, al mismo tiempo, los mayores productores y exportadores de armas convencionales en el mundo. Lo grave es que a pesar de las prohibiciones expresas en el Tratado sobre el Comercio de Armas, estos países continúan realizando transferencias internacionales de armas, incluidas las pequeñas y ligeras, a zonas en conflicto.
Las prohibiciones expresas en el Tratado están ahí para evitar sufrimiento humano y salvar vidas. No para ignorarlas. Costa Rica llama a los Estados que han firmado el Tratado de Comercio de Armas a ratificarlo, y a quienes lo han ratificado a trabajar, sin demora, por su plena y efectiva implementación.
Además, los Estados poseedores de armas nucleares, entre los que se encuentran los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, han incumplido su compromiso inequívoco de desarmarse a la luz del Artículo VI del Tratado de No Proliferación Nuclear.
Argumentan que el entorno actual de seguridad no es propicio para el desarme nuclear y se aferran al paradigma tradicional de la seguridad del Estado, que mantiene a 16 mil ojivas nucleares en el mundo, muchas de ellas en alto estado de alerta y susceptibles, incluso, a ataques cibernéticos.
El cumplimiento del Artículo VI no es condicional u opcional: es obligatorio. El desarme nuclear no puede seguir postergándose más. Que 115 Estados hayamos firmado la Promesa Humanitaria demuestra la convicción de la comunidad internacional de colocar a las armas nucleares en pie de igualdad con otras armas de destrucción masiva, que están sujetas a prohibición por medio de tratados específicos. Costa Rica llama a más Estados a endosar la Promesa Humanitaria y a llenar el vacío legal para prohibir y eliminar la amenaza nuclear de una vez por todas.
Colocar a las Naciones Unidas en el epicentro de la gobernanza mundial, no se limita exclusivamente a mejorar la labor del Consejo de Seguridad y reforzar su papel en la prevención de conflictos, sino que también implica fortalecer aún más a la Asamblea General y a la organización como un todo. Nuestros esfuerzos deben ir entonces más allá.
Enfoquemos no solo nuestra atención, sino más recursos, al redimensionamiento del tercer pilar, el de los derechos humanos. En materia de derechos humanos, las Naciones Unidas han propiciado un importante desarrollo normativo donde incluso se amplió la frontera de protección, cubriendo un creciente número de sectores vulnerables como niñas y niños, personas con discapacidad, adultos mayores, migrantes y pueblos indígenas. Sin embargo, a pesar de que los principios y las obligaciones están claras, y existe una estructura institucional con órganos deliberativos y órganos de ejecución, la situación en el terreno en muchas regiones del mundo dista mucho de ser la que queremos y el destino de recursos no es consistente con los pronunciamientos y declaraciones.
La promoción y defensa de derechos humanos no pueden continuar limitándose a la exhortación. En el vigésimo aniversario de la adopción de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, debe dejar de ser retórica en muchas regiones del mundo y convertirse en compromisos congruentes y consecuentes con dicha Declaración, incorporando políticas públicas a nivel nacional que realmente nos acerquen a las metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con un enfoque de género que se vea transversalizado y se concrete en cada objetivo, meta e indicador con los que nos hemos comprometido.
Los grandes retos a los que se enfrenta el multilateralismo demandan, entonces, una estructura de gobernanza más efectiva y eficiente para el respeto, la observancia y el desarrollo progresivo de los derechos humanos.
Es crucial abrir espacios para la participación efectiva de actores no gubernamentales, fortalecer las estructuras regionales para la ejecución de la agenda global, pero sobre todo una mejor provisión presupuestaria para el robustecimiento de la institucionalidad, ya que el tercer pilar de las Naciones Unidas solo recibe el 3% del presupuesto regular institucional
Ajustemos nuestro marco normativo y la acción institucional en derechos humanos de tal forma que el Consejo de Derechos Humanos, el sistema de tratados de derechos humanos y el Consejo de Seguridad, entre otros, sincronicen mejor sus esfuerzos. El reto está en lograr que actuemos como una sola organización, de manera efectiva y coherente, y no de manera torpe y fragmentada, para proteger y promover los derechos de las personas, incluido el derecho al desarrollo.
Así lo demostramos durante todo el proceso negociador que nos llevó a adoptar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en el que Costa Rica compartió su experiencia en materia de conservación, protección ambiental, desarme unilateral y liderazgo en la transformación hacia un modelo de desarrollo sostenible. Y así lo demostraremos al alcanzar un acuerdo trascendental en materia de cambio climático en París a finales de este año, pues el cambio climático constituye una seria amenaza al desarrollo humano.
Costa Rica cree firmemente que de cara a París, requerimos compromisos serios y vinculantes, compromisos con un enfoque centrado en las personas y respetuoso de sus derechos, que involucren una acción climática integrada, no solo por parte de los gobiernos, sino de los diferentes sectores económicos y sociales. Felicito especialmente el liderazgo del presidente François Hollande y el apoyo que el presidente Barack Obama le otorga al proceso al lanzar su “Plan de Energía Limpia”.
Debemos, también, tomar ventaja de las oportunidades que se derivan de la cooperación internacional en materia de medios de implementación para facilitar la participación de todos los países en los esfuerzos globales, especialmente aquellos de renta media. Nuestro país ha lanzado el Compromiso de Ginebra sobre Derechos Humanos en la Acción Climática, una iniciativa voluntaria que parte del reconocimiento del vínculo entre el disfrute de los derechos humanos y las repercusiones y consecuencias del cambio climático. Costa Rica llama a todos los Estados a adherirse al Compromiso de Ginebra sobre Derechos Humanos en la Acción Climática.
El divorcio, señor Presidente, entre las palabras y la acción, no hace otra cosa que crear desconfianza e hipotecar el multilateralismo. Costa Rica se niega a aceptar esta situación que socaba la autoridad de las Naciones Unidas y nos coloca en una situación de gran vulnerabilidad tanto frente a las viejas y nuevas amenazas, y hace que esta organización, que tanto necesitamos, pierda legitimidad frente a sus Estados miembros y la comunidad internacional como un todo.
Por todo ello, esta tiene que ser la Asamblea General en la que demandamos que “Nosotros, los pueblos” queremos y podemos vivir en paz, libertad, equidad, justicia, democracia y con oportunidades para crear, creer y crecer al decir del apóstol de la independencia cubana José Martí.
Las palabras de Martí resuenan hoy más que nunca.
Señor Presidente,
El terrorismo, el crimen organizado, el narcotráfico y las pandemias mundiales, demuestran que las amenazas a la seguridad de un Estado ya no se limitan a sus fronteras. Las amenazas colectivas deben abordarse de manera colectiva.
Las violaciones de los derechos humanos más elementales, sobre todo del derecho a la vida, cometidas por terroristas y otras fuerzas llamadas “no estatales”, así como los pavorosos acontecimientos que han tenido lugar en las zonas afectadas por el Estado Islámico de Iraq y El Levante (ISIL) en contra de mujeres y niñas y otros grupos vulnerables, plantean una seria amenaza a la paz y la seguridad internacionales.
Costa Rica condena, enérgica e inequívocamente, al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, sin importar quien lo lleve a cabo o sus propósitos. Ante la tragedia humana de dimensiones aún insospechadas causada por el desplazamiento de civiles que huyen de la violencia, Costa Rica recuerda la importancia de procurar una respuesta global, solidaria e integral que permita abordar de manera pronta y sostenida tan crítica situación.
La historia nos ha demostrado que el resultado es mejor cuando la cooperación se antepone a la confrontación, la tolerancia al terrorismo y las ideas a las ideologías radicales.
En la lucha contra el terrorismo, a Costa Rica le preocupa el uso de la violencia sexual como táctica de terror y la vinculación del extremismo violento con el control sobre la autonomía de las mujeres y la afectación y restricción de sus derechos. Nos preocupa, también, el uso creciente de drones armados fuera de zonas de conflicto y la reinterpretación de varios gobiernos de los derechos humanos y de los principios del derecho internacional humanitario. Para mi país, es urgente que tomemos acciones para comprender mejor esta cuestión y abordar todas sus implicaciones. Es aquí, en las Naciones Unidas, a través de los órganos de desarme, donde debemos empezar a adoptar medidas para aumentar la transparencia y garantizar la rendición de cuentas sobre su uso.
Señor Presidente,
En conmemoración del septuagésimo aniversario, hagamos a las Naciones Unidas una organización más robusta, dinámica y enérgica, que en lugar de debatir sobre conceptos abstractos, busque soluciones prácticas y concretas.
Empecemos por elegir a la primera mujer como Secretaria General y por asegurarnos que este sea un proceso inclusivo, transparente y equitativo, que nos permita contar con una líder visionaria, independiente y firme, que sea la primera en reaccionar, dirigir y actuar ante los más apremiantes retos y crisis que enfrenta la humanidad.
Exijámosles a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad congruencia y consistencia en materia de Estado de Derecho y Derecho Internacional, control de armamentos y desarme nuclear, por citar tres ejemplos. El Consejo de Seguridad es una pieza clave para la gobernanza mundial, y su legitimidad depende de la consistencia de sus actos. Trabajemos también en fortalecer a la Asamblea General y sus órganos y en aumentar la eficiencia y la eficacia de toda la organización.
Protejamos a los civiles inocentes que son atacados de manera deliberada y son víctimas de crímenes indescriptibles, de violencia sexual, ataques con armas químicas, municiones en racimo, drones armados y bombas de barril. La soberanía no protege ni puede permitir proteger a los gobiernos que cometen atrocidades en contra de su propio pueblo. Pongámosle un alto a la impunidad y apoyemos los esfuerzos por comprometernos y adoptar un Código de Conducta que impida el uso del veto cuando se comentan genocidios, crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad.
Luchemos juntos contra el terrorismo que se propaga como el fuego, amenazando cada vez más a la paz y seguridad internacionales, a los derechos humanos y al desarrollo sostenible. Y hagámoslo en estricta observancia del derecho internacional, incluidas las normas de derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los refugiados. La reinterpretación interesada de estas normas constituye un peligro sobre todo cuando se justifican equivocadamente que las respuestas sean unilaterales cuando deben ser siempre multilaterales.
Trabajemos, sin descanso, sin pretextos, en favor de una cultura de paz. Como sede de la Universidad para la Paz, en su trigésimo quinto aniversario, Costa Rica llama a todos los Estados a apoyarla y dotarla de los recursos que requiere para realizar su importante función de educar los líderes que el mundo necesita para prevenir y resolver los conflictos, así como para promover la paz duradera.
En conmemoración del septuagésimo aniversario, recordemos la importancia de mantener nuestras puertas abiertas a las nuevas realidades, a la sociedad civil, a las organizaciones no gubernamentales y a las mujeres; abiertas a la juventud que debemos engarzar para promover la reconciliación y la paz sostenible; a las sugerencias de grupos como The Elders; abiertas a la colaboración entre sus agencias porque es necesario proveer respuestas holísticas a los retos que enfrentamos; abiertas a las organizaciones regionales y subregionales que juegan también un papel crucial en la prevención y manejo de conflictos; a todos los pueblos y a todas personas; a sus ideas, a sus sueños y aspiraciones, abiertas al cambio y preparadas para la acción.
Decía el poeta costarricense, Jorge Debravo, que la humanidad de siglo en siglo ha ascendido por una interminable rampa de progreso. Aparentemente, algunas veces hemos retrocedido. Solo nos hemos detenido para afirmarnos.
Setenta años en la escala de la historia son tan solo un soplo en el viento. Sin embargo, cuando los medimos por las vidas que se han salvado, los acuerdos alcanzados, y los progresos realizados en la búsqueda de soluciones comunes a las crisis más profundas que enfrenta la humanidad, el paso de estos setenta años han sido monumentales. Es mucho lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos y actuamos unidos.
Mis últimas palabras el día de hoy son de optimismo, y hago mías las del maestro Debravo:
“El mundo camina hacia una era de amor y de fraternidad. La miseria desaparecerá de la faz de la tierra. La igualdad de derechos y de oportunidades se impondrá a pesar de los que luchan por esclavizarlo. ¡Venid a la lucha, hermanos! ¡Que lo que ha de ser será más pronto si nuestros brazos empujan los molinos de la historia!”.
Muchas gracias.
]]>