Buenas noches.
En los últimos 20 años, hemos presenciado importantes adelantos para garantizar que nosotras las mujeres gocemos de los mismos derechos que los hombres y seamos tratadas con igualdad.
Se cumplen 20 años, desde aquella histórica conferencia en Beijing, donde acuñamos el concepto de género para revaluar la organización de nuestra sociedad y empezar a generar los cambios que hicieran posible la participación de mujeres y hombres en pie de igualdad.
Han sido dos décadas de arduo trabajo, pero muchos de esos sueños hoy son triunfos, políticas públicas y formas de vivir. Pero hay una razón por la que estamos aquí, por la que seguimos conmemorando esta fecha, año tras año, y esa razón es que aún nos deben.
Hay grandes deudas que no han sido resueltas y que nos reúnen hoy para exigir su avance.
Estamos aquí porque seguimos en desventaja en términos de salarios, de acceso al empleo, mecanismos de protección laboral y posiciones de liderazgo.
Estamos aquí porque la violencia contra las mujeres sigue siendo una realidad generalizada, que no conoce fronteras, que no discrimina por nacionalidad, etnia, clase social, cultura o religión.
Estamos aquí porque no hay igualdad de género sin el goce de las mujeres de sus derechos reproductivos, de acceso a la salud sexual, y los sociales y económicos.
Para este año esas consignas mundiales llevan un lema: “Empoderando a las mujeres, empoderando a la humanidad: ¡Imagínalo!”. Nos pide que imaginemos un mundo donde cada mujer y cada niña puedan tomar sus decisiones, puedan participar en política, educarse, vivir en sociedades que no las violenten y que no las discriminen.
A pesar de que el trecho que falta por recorrer es largo, yo ya no me tengo que imaginar muchas de esas cosas porque las veo. Las veo todos los días en los ojos ilusionados de niñas que asisten a la escuela y colegio; niñas y adolescentes, que en condiciones adversas, luchan por estudiar y superarse; niñas que son el primer promedio de sus clases; adolescentes con visión profesional y mentes innovadoras.
Las veo todos los días cuando conozco lideresas comunales que organizan barrios y vecinos para mejorar sus condiciones de vida; cuando trabajo mano a mano con mujeres municipalistas que se abren paso en partidos políticos y en estructuras machistas, con el único fin de servir a los suyos y cuando conozco alcaldesas, a regidoras y síndicas que trabajan, día y noche, para que su cantón alcance niveles altos de desarrollo.
Las veo todos los días en mi oficina cuando comparto con mujeres jóvenes en puestos de gobierno que, día a día, refrescan la función pública y que renuevan ese fin último de un Gobierno: darse a su gente.
Las veo trabajando juntas conmigo y con Luis Guillermo. Somos muchas las mujeres comprometidas, valientes y dispuestas a propiciar el cambio. Desde la segunda vicepresidenta, Ana Helena Chacón, hasta ministras, viceministras, presidentas ejecutivas, directoras, personal técnico y administrativo en todas las estructuras del Estado; pero también en todos los sectores productivos, educativos, agrícolas, profesionales, académicos, artísticos y en cada hogar con el valioso trabajo de las amas de casa.
Todas cumpliendo las jornadas que una mujer es capaz cuando la ilusión y la constancia nos convoca, compaginando, además, la vida laboral y familiar.
Estoy aquí para exigir como una mujer más, a la que le deben lo que es justo, pero estoy aquí contenta de presenciar avances todos los días; feliz de ser mujer y orgullosa de tenerlas a todas como compañeras de lucha.
Buenas noches y feliz día a todas las mujeres de Costa Rica. Mercedes Peñas Domingo Primera Dama de la República
]]>