Cuando no se quiere reconocer la verdad

Buenas noches

Hace casi un año, asumí la Presidencia de la República con el voto de más de un millón trescientos veinte mil costarricenses. Lo hice elevando la bandera del cambio y de la lucha contra la corrupción. Cansado de la desigualdad y de la ineficiencia, el pueblo de Costa Rica demandó una nueva forma de gobernar: más cercana y transparente, sin desatender las realidades de un aparato político atrofiado, opaco y dominado por la cultura burocrática del “no se puede”.

A los cien días, emití un balance sobre el estado de la Nación. Con total franqueza, levanté los velos que otros habían mantenido abajo para no demostrar las vergüenzas de un sistema que se había acostumbrado a hacer las cosas mal, con contratos y alquileres lesivos al interés nacional; instituciones carcomidas por malas prácticas, programas sociales duplicados, mal otorgados o pésimamente gestionados.

Y también dije que, pese a ello, mi Gobierno daría la cara por los errores cometidos y haría valer el Estado de Derecho, defendería la seguridad jurídica de los contratos suscritos por gobiernos anteriores, si estos contaban con los refrendos de Ley, y, sobre todo, que asumiría la responsabilidad de conducir al país en clave democrática, sin abusos ni arbitrariedades.

La renuencia al cambio y la resistencia que hemos encontrado a perder privilegios ha sido abrumadora.

Ello ha venido acompañado de un acoso mediático cotidiano en el cual el uso de titulares alarmistas o abiertamente falsos, de malas noticias subrayadas y buenas noticias muy bien disimuladas se han convertido en regla.   Este Gobierno ha hecho respetar la Ley y gracias a ello se han iniciado:
  • La construcción de la terminal de contenedores en Moín.
  • El nuevo muelle multipropósito en Caldera, después de más de una década de atraso.
  • Y se han aprobado la ley de expropiaciones y otras que permitirán obras tan importantes como la carretera Alajuela-San Ramón y la ampliación de la carretera a Limón.
  • Se han denunciado -como nunca se hizo antes- las convenciones colectivas de bancos e instituciones públicas para renegociar sus términos de referencia cuando sean abusivos.
  • Se congelaron más de dos mil plazas en el sector público.
  • Se intentó poner en regla –y seguimos haciéndolo, pese a las resoluciones de la Sala Constitucional los regiímenes de pensiones y el cobro de impuestos que otros gobiernos nunca tutelaron.
  • Por primera vez, en seis años, se pago a tiempo el Fondo Nacional de Becas.
  • Tomamos acciones para controlar los incentivos salariales en el sector bancario.

Y en el ámbito económico:

  • Costa Rica se encuentra entre las diez economías en crecimiento de América Latina.
  • Tenemos ocho meses de estabilidad monetaria.
  • Hay estabilidad, también, en las tasas de interés y en el tipo de cambio.
  • No ha crecido el déficit fiscal que, recibido de la Administración anterior en un 5.7% del PIB, se estimaba aumentaría.
  • Se han generado más de 5.000 empleos en este primer año y así continuaremos generándolos en el 2015, pese a las cifras de desempleo que heredamos.
  • Contamos ya con una Banca de Desarrollo y programas de fomento a las pequeñas y medianas empresas.
  • La recaudación fiscal ha mejorado al cierre de diciembre, donde creció en más de un 6%, más de ¢200 mil millones.
  • La última calificación de Standard & Poors se mantuvo con nota de “estabilidad”, un logro inmenso si se consideran todos los desequilibrios estructurales negativos que ha acumulado Costa Rica durante las últimas tres décadas.

Fomentamos un clima favorable y abierto a las inversiones extranjeras y a los emprendimientos nacionales y, además, mejoramos la condición del sector agroproductivo. Se pagaron las deudas del Consejo Nacional de la Producción, por más de 7.500 millones de colones; defendemos la producción arrocera y azucarera y promovemos las exportaciones de café.

Hemos mantenido estables las tarifas eléctricas. Eso nos coloca en una posición de ventaja que debemos aprovechar. Desafortunadamente, algunos pesimistas siguen diciendo que el país está en crisis, al borde de una catástrofe y que es riesgoso invertir en él.

El Gobierno está haciendo las cosas bien. Quizá se hayan cometido errores o se cometan otros, pero la verdad es que estamos trabajando según lo prometimos, para mejorar la situación del país en medio de un momento que –resultado de treinta años de políticas erradas e injustas- hoy le pasa la factura al pueblo costarricense. Estoy sorprendido que no se quiera decir ni reconocer la verdad, pero esa es la realidad que vivimos y vamos a hacer lo necesario para corregirla, a pesar de que muchos no quieren que lo hagamos y lo vamos a hacer por el bien del país. Por el bien de Costa Rica.

Que pasen buena noche. Luis Guillermo Solís Rivera Presidente de la República de Costa Rica

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