Costa Rica señala excesivo gasto militar en la región

  • Costa Rica señala excesivo gasto militar en la región y asegura se debe apostar por la seguridad humana, durante la Asamblea General de la OEA
  • “Si algo hemos aprendido en nuestro hemisferio, es que el desarrollo es –en esencia- un proceso endógeno, en el que uno de sus más importantes ingredientes son las instituciones. Y, entre más sólidas, inclusivas, democráticas, transparentes y legítimas; entre más independientes, imparciales, resilientes, eficaces y eficientes sean, más opciones tendremos de que estas generen prosperidad compartida de manera sostenible”.  Con estas palabras el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Manuel A. González Sanz, inició su intervención ante la cuadragésimo-sexta Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA).

    En su alocución, Costa Rica aprovechó también la ocasión para reiterar su compromiso político con la Organización de Estados Americanos y su institucionalidad, así como con la Carta Democrática Interamericana, la Carta Social de las Américas y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. “Estos pilares de la gobernanza interamericana constituyen bienes públicos regionales que debemos respetar, defender y resguardar”, señaló.

    Al referirse a la situación financiera que enfrenta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el Canciller expresó su preocupación por su paralización y recordó que son muchas las razones por las que el Sistema Interamericano de Derechos Humanos es reconocido en todo el mundo por como uno de los más dinámicos y sólidos del mundo. Por ello, llamó a los Estados a asignar los recursos necesarios para que la Comisión pueda cumplir con cabalidad sus funciones.

    El Canciller de la República también hizo referencia a la situación humanitaria de las personas migrantes, de la que no escapa ningún país del hemisferio.  Insistió, como lo había hecho en el Consejo Permanente de la organización el 5 de mayo pasado, en la necesidad de diseñar respuestas institucionales para la protección de las personas migrantes, a quienes Costa Rica reconoce como un agente relevante para el desarrollo.

    Además, destacó la necesidad de que el desarrollo cuente con un enfoque de derechos, en las que no pueden quedar excluidos grupos enteros de la población.  Al ser América Latina la región más desigual del mundo, en la que millones viven con menos de dos dólares al día, señaló la necesidad de diseñar políticas públicas claras para que los más vulnerables tengan -al menos- una oportunidad de abordar el tren del desarrollo.

    En este sentido, el Canciller González lamentó que el gasto militar en Centroamérica haya aumentado en el 2015. De acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar llegó a $ 9500 millones de dólares en el 2015 en esta región, lo que representa un crecimiento anual de 3.7% con respecto al 2014 y del 84% comparado con el 2006.  “Destinar tal cantidad de recursos a fortalecer los ejércitos y las fuerzas de seguridad para atender las amenazas del crimen organizado transnacional, pone en peligro el frágil equilibrio cívico-militar que logramos los centroamericanos con la firma de los acuerdos de paz; un equilibrio que necesitamos para que nuestras instituciones diseñen políticas públicas o realicen reformas muy profundas para promover desde la inclusión hasta la innovación”.

    “La apuesta, por ende, debe ser por la seguridad humana” afirmó con contundencia. Destacó que son los Estados, a lo interno, quienes deben tomar dicha decisión. “La cooperación oficial para el desarrollo, que los países de renta media reclamamos para dar ese salto cualitativo de mano de la inversión extranjera directa, pueden ayudarnos a mejorar nuestros índices y acercarnos más al desarrollo. Sin embargo, son insuficientes cuando perdemos de vista nuestras prioridades, cuando olvidamos que la seguridad se sustenta en la solidez de nuestras instituciones y no en la fuerza; cuando olvidamos que el desarrollo debe ser inclusivo y promover, proteger y respetar “todos” y “no sólo algunos” de los derechos humanos”.

    La cuadragésimo-sexta Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) tiene lugar en Santo Domingo, República Dominicana, del 13 al 15 de junio. El tema de esta Asamblea General es “Fortalecimiento Institucional para al Desarrollo Sostenible en las Américas”.


    Intervención del Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica, Sr. Manuel González Sanz, en el en el 46 período ordinario de sesiones de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, (OEA). Santo Domingo, República Dominicana. 14 de junio de 2016 Señor Presidente de la Asamblea General, Señor Secretario General, Señor Secretario General Adjunto, Señores Jefes de Delegación, Distinguidos delegados, Señoras y señores, Costa Rica lo felicita por su designación para dirigir los trabajos de esta Asamblea General, y le agradece al pueblo y al Gobierno de la República Dominicana su calurosa bienvenida y tradicional hospitalidad.  En la República Dominicana, los costarricenses nos sentimos en casa. Nos han convocado a Santo Domingo a reflexionar sobre el “Fortalecimiento Institucional para el Desarrollo Sostenible en las Américas.”  Después de la firma del  Acuerdo de París, la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y del Plan de Acción de Addis Abeba, es más que oportuno que esta Asamblea General se dedique a este tema y que nuestra región, con su crisol de diferencias e idiosincrasias, haga su propia contribución a un debate que desde siempre ha tenido muchas aristas. Si algo hemos aprendido en nuestro hemisferio, es que el desarrollo es –en esencia- un proceso endógeno, en el que uno de sus más importantes ingredientes son las instituciones. Y, entre más sólidas, inclusivas, democráticas, transparentes y legítimas; entre más independientes, imparciales, resilientes, eficientes y eficaces sean, más opciones tendremos que éstas generen prosperidad compartida de manera sostenible. Sin duda alguna, este ejercicio no estaría completo sin hacer  una reflexión sobre la urgencia de robustecer, no solo con recursos financieros sino con un contundente y decidido apoyo político, a la Organización de los Estados Americanos: la más importante institución política hemisférica con que contamos. Una organización es lo que sus miembros quieren que sea y Costa Rica no está sola en su aspiración de renovarla y revitalizarla.  Para ello, nuestras delegaciones trabajan sin descanso en el proceso de revisión de su visión estratégica allá en Washington.  Pero ese ejercicio sería insuficiente si, desde el punto de vista político, no salimos de este encuentro reiterando el apoyo de nuestros Estados a esta organización y su institucionalidad, a la Carta Democrática Interamericana, a la Carta Social de las Américas y al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Es fundamental reconocer el papel histórico que esta Organización ha tenido en el desarrollo y el fortalecimiento de la institucionalidad de los países de nuestro continente. Estos pilares de la gobernanza interamericana constituyen bienes públicos regionales que debemos respetar, defender y resguardar. Ya lo dijo ese gran dominicano que fue el Profesor Juan Bosch: “América es múltiple y es, sin embargo, una, y todo cuanto ha sucedido en un país americano ha sucedido luego en otros. Por lo menos, eso enseña la historia, y la historia no es sólo un relato de lo que ya pasó, sino, también y sobre todo, un espejo de lo que va a pasar”. De ahí de que sea tan importante que manejemos los asuntos más acuciantes de la agenda interamericana, con mucho respeto y seriedad. El respeto a los principios consagrados en el derecho internacional y que todos atesoramos en esta organización, no puede significar  “indiferencia.” Porque no somos indiferentes, a los costarricenses nos preocupa la situación humanitaria de las personas  migrantes, de la que no escapa ningún país del hemisferio. No existe una infraestructura instalada para la atención de este tipo de situaciones, y también es limitada la capacidad de respuesta de los sistemas nacionales de protección social y salud.  Requerimos, con suma urgencia, diseñar respuestas institucionales para la protección de las personas migrantes, a quienes reconocemos, junto con sus derechos, y valoramos como un agente relevante para el desarrollo. Como bien manifesté ante el Consejo Permanente el 5 de mayo pasado, la OEA cuenta con secretarías, departamentos, organismos especializados y comisiones que, en conjunto, pueden apoyar los procesos que los Estados estimen pertinentes y contribuir a resolver este tipo de situaciones de carácter humanitario. Porque no somos indiferentes, a los costarricenses nos preocupa también que América Latina continúe siendo la región más desigual del mundo, en la que millones viven con menos de dos dólares al día y en la que son muchas las personas o grupos que por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social, se encuentran en una situación de vulnerabilidad y requieren de claras políticas públicas para tener -al menos- una oportunidad para abordar el tren del desarrollo. Para disminuir la brecha que enfrentan estas personas y grupos más vulnerables, en esta Asamblea General aprobaremos el “Plan de Acción sobre el Decenio Internacional de los Afrodescendientes”, el “Programa Interamericano para el Desarrollo Sostenible” y, tras diecisiete años de negociación, la “Declaración sobre Pueblos Indígenas.” Todas estas iniciativas promueven el reconocimiento de sus derechos y medidas para superar la inequidad que le impide a muchos,  demasiados, vivir una vida digna. El desarrollo sostenible no es posible si grupos enteros de la población quedan excluidos de las oportunidades, si no es un desarrollo con enfoque de derechos. Pensando en la atención y satisfacción de los derechos de nuestras poblaciones, asignemos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos los recursos necesarios para cumplir con cabalidad sus funciones. La Comisión no puede continuar paralizada. Debemos fortalecerla para que salga a galope a atender a quienes más la necesitan. Démosle, por fin, más herramientas para continuar haciendo su trabajo. Son muchas las razones por las que el Sistema Interamericano de Derechos Humanos es reconocido como uno de los más dinámicos y sólidos del mundo. No seamos nosotros mismos los que le fallemos. Las prioridades y las decisiones, los hechos y no las palabras, son los que definen a los Estados y a las instituciones. Por eso, y a pesar de que Costa Rica no desconoce las legítimas preocupaciones de seguridad y defensa que pueden albergar otros países, ni la necesidad para muchos de ellos de incurrir en gastos militares que resulten justificables a la luz de criterios de proporcionalidad y razonabilidad; lo que sí cuestionamos es el gasto militar excesivo porque se convierte en una barrera para el desarrollo y en un disparador del conflicto. En el caso de Centroamérica, según cifras del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), el gasto militar llegó a $ 9500 millones de dólares en el 2015 en esta región, lo que representa un crecimiento anual de 3.7% con respecto al 2014 y del 84% comparado con el 2006. Destinar tal cantidad de recursos a fortalecer los ejércitos y las fuerzas de seguridad para atender las amenazas del crimen organizado transnacional, pone en peligro el frágil equilibrio cívico-militar que logramos los centroamericanos con la firma de los acuerdos de paz; un equilibrio que necesitamos para que nuestras instituciones diseñen políticas públicas o realicen reformas muy profundas para promover desde la inclusión hasta la innovación. Nuestros verdaderos enemigos son la pobreza, la desigualdad, la inequidad, la exclusión, los desastres naturales y  los efectos adversos del cambio climático, entre otros. La apuesta, por ende, debe ser por la seguridad humana. La decisión de cambiar debe venir de adentro, o nunca vendrá. La cooperación oficial para el desarrollo, que los países de renta media reclamamos para dar ese salto cualitativo de mano de la inversión extranjera directa, pueden ayudarnos a mejorar nuestros índices y acercarnos más al desarrollo. Sin embargo, son insuficientes cuando perdemos de vista nuestras prioridades, cuando olvidamos que la seguridad se sustenta en la solidez de nuestras instituciones y no en la fuerza; cuando olvidamos que el desarrollo debe ser inclusivo y promover, proteger y respetar “todos” y “no sólo algunos” de los derechos humanos. Señor Presidente: Al desarrollo se llega colocando al individuo en el centro de nuestras políticas; convirtiéndolo en el eje de nuestro accionar. Al desarrollo llega intercambiando ideas y no prejuicios. Al desarrollo se llega con políticas públicas y no ocurrencias. Al desarrollo se llega con democracia e instituciones robustas. Por eso, es que debemos fortalecerlas. Muchas gracias.

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